Ayer sábado y dentro de la programación de
visitas y viajes formativos del Curso, partimos hacia la provincia de Badajoz, Fuente del
Arco y Azuaga, para conocer su Patrimonio Artístico y Natural. En una primera
visita nos encaminamos a conocer la Mina de la Jayona, cuyo origen se remonta a
la época romana permaneciendo en explotación hasta 1921, su tesoro era el
hierro que escondía en sus entrañas.
La mina fue muy rentable durante la
Primera Guerra Mundial, pero el descenso de la demanda y los conflictos
sociales posteriores provocaron su abandono. El tiempo le encontró un nuevo
futuro al hacerse cargo de su protección la Junta de Extremadura, dándole un
uso turístico a todo el conjunto. Ha sido una visita curiosa pero penosa, por
la empinada cuesta que hay que ir superando poco a poco, hasta llegar a los
huecos excavados por la mano del hombre para la extracción del metal, aunque
fue la propia naturaleza la que dejó al descubierto los primeros indicios de lo
que se escondía en su interior. Por supuesto para recorrer sus galerías teníamos que contar con
la adecuada protección en la cabeza por la poca altura de sus pasadizos.
A continuación nos desplazamos al cercano
Santuario de la Virgen del Ara, una construcción del siglo XV realizada al
amparo de la Orden de Santiago, en su interior destaca la bóveda de cañón
ricamente decorada con pinturas al fresco con escenas del Génesis, así como sus
altos muros, todas ellas realizadas en el siglo XVIII. De ahí que se le conozca
como la Capilla Sixtina de Extremadura. En el presbiterio destaca el camarín de
la Virgen del Ara y a sus pies el rey Jayón, ciego de nacimiento y su hija Ermirinda
que fue la que tuvo la visión de la Virgen a la que pidió que le
devolviera al rey la vista, prometiéndole edificar el santuario. A la izquierda se
encuentra el retablo del Cristo de la Injuria, una magnifica obra del siglo XV
y al otro lado una imagen de San Antonio del XVII.
Terminada esta visita y dada la hora que
era, nos encaminamos a Azuaga para reponer fuerzas, ya que la mañana, sobretodo
en la Mina ha sido todo un prodigio de resistencia física. La berenjena rellena
ha sido de la total aprobación del grupo al igual que la carne a la plancha que le
siguió. Tras los postres y sin solución de continuidad, contacta con nosotros
la guía de turismo que nos enseñará lo mas interesante de este pueblo, Ana María
de nombre, una joven de gran carácter que nos llevó de un lugar a otro al
trote. La primera visita es al patrón de Azuaga que se encuentra en la Iglesia
del siglo XVII del Cristo del Humilladero, una magnifica imagen de Francisco de
Ocampo, muy parecido al Cristo del Calvario de Sevilla.
A continuación nos
vamos con cierta prisa, aunque con paradas esporádicas para recibir las explicaciones de la guía, a la Iglesia de Nuestra Señora de Consolación, cuya imponente
construcción se remonta al siglo XV, su estilo es gótico isabelino, aunque en su
portada lateral se deja ver una cierta influencia manuelina. En el presbiterio
destaca el retablo presidido por la Virgen de Consolación. Las naves laterales
cuentan con toda una serie de retablos, todos ellos cubiertos por unas lonas,
excepto la capilla bautismal, que se encontraba preparada para unos bautizos
que se celebrarían por la tarde, aunque la garrafa de plástico blanco con agua
que había sobre la pila bautismal, rompía el encanto del conjunto.
Aquí
finalizamos la visita, aunque aún tuvimos tiempo para la última foto del grupo y otros para un leve descanso, todo un día muy completo y antes de subirnos al autobús,
realizamos una rápida visita al museo etnográfico, unos para descubrir el
pasado de la zona a través de los utensilios y herramientas y otros, para
aliviar la última necesidad perentoria. Tras poco menos de dos horas nos encontramos
nuevamente ante el Pabellón de Portugal. Por supuesto y como siempre le
agradecemos a Emilio Rubio sus aportaciones culturales, aunque en esta ocasión
los guías no le han permitido realizar su misión como a él le hubiera gustado, aunque por supuesto todo lo que nos transmitió fue de sumo interés complementando lo que veíamos. Hasta
la próxima.