Hoy en el Centro del Ejército hemos celebrado
un nuevo acto como humilde homenaje a un científico, que sin ser sevillano, dejó
su huella en un momento dado en nuestra ciudad, como así nos lo ha desvelado
nuestro interviniente, un buen amigo del Curso, Don Carlos Roque Sánchez, conocido
por todos, ya que en distintas ocasiones nos ha ofrecido conferencias y todas
ellas muy interesantes y curiosas. En esta ocasión ha ensalzado la figura de un
médico científico de la talla de Alexander Fleming, una persona generosa e
intuitiva con una gran capacidad de observación. Aunque en un principio estaba programado hablar también de otro médico y botánico sevillano cómo Nicolás Monardes, el buen criterio de nuestro ponente le llevó a suprimirlo, ya que por sí solo mereceria otra conferencia, algo que el auditorio asistente supo comprender y se lo agradeció. Los grandes descubrimientos científicos
generalmente son producto de la casualidad, como así fue en los dos grandes
hechos que se dieron en la vida de nuestro protagonista, el principio para el tratamiento de la
gangrena gaseosa que se daba en los combatientes en el frente y el hongo penicillium que apareció en un
cultivo de laboratorio propiciando que posteriormente apareciera el medicamento
que consiguió salvar tantas vidas. Pero para ello hay que observar, de lo cual se
deduce que la Naturaleza
te proporciona todos los remedios, no hay más que descubrirlos. Estos logros
supusieron el gran reconocimiento a nivel mundial, y Sevilla, en esta ocasión no
iba a ser menos, le tributó todo tipo de homenajes, como así nos lo relató
el señor Roque, Químico y Profesor lo que le proporciona la cualidad ideal para
sumergirse en la historia de este científico. Sevilla le debe muchísimo a
nuestro personaje, téngase en cuenta que en los albores del siglo XX la
mortandad en nuestra ciudad era muy alta, la esperanza de vida se limitaba a
los treinta y cinco años, como consecuencia de la falta de higiene y de las
infraestructuras necesarias para la evacuación de residuos, provocando
deficiencias sanitarias muy acentuadas, que junto a las enfermedades venéreas suponían
el fatal resultado. Por lo cual Sevilla debe estar muy agradecida al Doctor
Fleming porque su descubrimiento permitió darle un futuro a muchos de nuestros
paisanos. Ha sido un auténtico deleite escuchar la docta y pausada palabra de nuestro
interviniente, que nos ha permitido introducirnos en la
vida de tan insigne científico. Enhorabuena por la distendida e interesante
charla que nos ha ofrecido.