Esta tarde en el Excmo.
Ateneo, don José Gámez Martín, filólogo y estudioso de nuestra historia
y tradiciones, nos introduce en la institución Eucarística en nuestra ciudad, en la que es todo un erudito.
La festividad del Corpus Christi se debe a la bula papal de Urbano IV de 1264
tras brotar gotas de sangre de la Hostia Consagrada en la celebración de la
misa. Este hecho se convirtió en una de las celebraciones religiosas mas
importantes del catolicismo. En Sevilla sería tras su reconquista por el Rey
Fernando III de Castilla cuando se establecen las prácticas sacramentales y
litúrgicas, y ya en el siglo XVI, se comienza a configurar el futuro de la
procesión eucarística con calles engalanadas, acompañamiento y
representaciones. Con la canonización del Rey Fernando III en 1671 por Clemente
X, se respaldaba su determinación de cristianizar el territorio ocupado y
reconquistado, por ello se representa al Santo Rey sobre un pedestal con los
escudos del Ayuntamiento y del Cabildo Catedral. En todo este acontecer tiene
mucho que ver una persona a la que tanto se debe, Teresa Enríquez de Alvarado,
la Loca del Sacramento, promotora de la primera hermandad Sacramental en
Sevilla, la del Sagrario y la primera en la Roma Papal. Esta festividad ha sido
por siglos la fiesta sevillana por excelencia, llegando a celebrarse tanto en
la calle como en la intimidad de los conventos de clausura, pero como siempre y
hoy no es la excepción, se ha conjugado perfectamente lo religioso con lo
profano, de ahí la participación de danzantes en la procesión, metafóricamente
se podría decir que es la representación de todos los estamentos de la sociedad
civil, militar y religiosa. Pero siendo importante la procesión, se desconoce
la fecha de su instauración, se supone que sería durante el reinado de Alfonso
X pero no hay apoyo documental al respecto, aunque Ortiz de Zúñiga la sitúa en
1389 por un asiento en los libros contables de la Santa Iglesia Catedral. En
todo caso la fecha de inicio de esta primera celebración en las calles
sevillanas carece de valor, lo importante es que desde siempre ha sido
respaldada por el pueblo con su participación, las calles se engalanaban y hoy
aún persiste esa tradición, se cubría el suelo con plantas aromáticas, el
romero y la juncia, en su momento el Cuerpo de Cristo se colocaba en un arca de madera a
la que acompañaba la nobleza, se incluían elementos profanos cómo los Gigantes
y Cabezudos, aún siguen haciéndolo en la procesión de Toledo, o carros en los
que se representaban Autos Sacramentales. En el siglo XVI ya aparecen en la
procesión San Leandro y las Santa Patronas, Justa y Rufina, y ya en el XIX, comienzan
a aparecer otras figuras representativas del santoral sevillano cómo San
Fernando, San Isidoro y la Inmaculada. En cuanto a las reliquias que aparecían en
el cortejo, solo queda la Santa Espina que podemos ver en la Custodia Chica. La
procesión del Corpus es toda una representación artística, cómo el Niño Jesús de
Martínez Montañés que se encuentra en la Iglesia del Sagrario, la Custodia de Arfe,
una extraordinaria obra de arte de mas de tres metros de altura y trescientos kilos
de plata que consta de cuatro cuerpos, en el primero aparece la Iglesia militante
y toda una serie de escenas en relieve de las Sagradas Escrituras, además de los Padres de
la Iglesia, Santo Tomás y San Dámaso, en el segundo cuerpo, lo mas importante, el
Viril en el que se encuentra Jesús Sacramentado rodeado por los Evangelistas y
Santos vinculados a nuestra ciudad, en el tercer cuerpo la Iglesia Triunfante y
en el cuarto la representación de la Santísima Trinidad y coronando el
conjunto la figura de la Fe. Mención aparte merecen los Seises y su participación
en la Octava del Corpus, una bellísima tradición que se mantiene a día de hoy.
Hasta aqui lo expuesto por el señor Gámez y como siempre su generosa participación es sumamente ilustrativa, como lo que hoy nos ha propuesto, una
extraordinaria representación religiosa en la que el pueblo participa
activamente y ojala logremos que se mantenga a través de los tiempos. Una vez
mas nuestro ponente con la claridad de su léxico y cercanía al auditorio, nos ha permitido introducirnos en la significación de una
realidad, mostrar nuestra devoción al Cuerpo de Cristo procesionando por
nuestras calles.