Hoy en el Excmo. Ateneo nos hemos vuelto a
reencontrar con Don José Núñez Asencio, escritor y cronista del Corral del
Conde, hoy nos ha hablado sobre la Navidad de nuestros recuerdos, unos
recuerdos que en nuestro interviniente es la Navidad en los corrales de vecinos,
unas navidades quizás más compartidas por la convivencia obligada ante la falta
de espacio, ya que la vida se solía hacer en espacios comunes, como los patios.
Hoy ha venido acompañado por un poeta de la Calzada y amigo suyo, Don
Manuel Vela Flores. La Navidad como tal se instituye en el siglo IV
fijando el 25 de diciembre cómo la fecha del Nacimiento del Niño Jesús. Un día
grande en esos corrales, en el que familia y amigos se reúnen alrededor del Portal
de Belén a cantar los clásicos villancicos anunciando la llegada del Niño Dios,
como así ha hecho hoy, cantar emulando aquellos tiempos, incluso ha traído el
triángulo, la pandereta y una palillera, provocando que el público asistente le
acompañe en su canto y provocando uno de los momentos más jocosos de la tarde.
Nos ha recordado otro de los instrumentos clásicos y caseros que los niños de
entonces solíamos tocar, los chinchines, hacía tiempo que el que suscribe no oía
hablar de éste, eran las chapas de los refrescos aplastadas y clavadas en un
palo, los cuales al agitarlos producían un sonido característico de la Navidad,
con estos instrumentos y el cántaro se formaba el coro de campanilleros, coros
de niños que cantaban a cambio de unas monedas. Con estos coros está pasando
igual que con las cruces de mayo, están siendo suplantados los niños por
adultos, con lo cual la tradición sevillana queda un tanto adulterada. Al
margen de la crítica, en Sevilla afortunadamente se sigue manteniendo la
costumbre de montar Nacimientos, ya sean entidades privadas o Hermandades, incluso
existe una guía para indicarnos los que hay instalados. De aquellas navidades
nos recuerda los olores que salían de las casas, olor al ajonjolí de los
pestiños o los roscos de vino que se solían hacer en cada cocina, era toda una
fiesta, el amasado y la posterior fritura, era una época de gran escasez y
penuria económica, por lo que los dispendios se solían hacer en esas fechas,
aunque no era la abundancia de hoy, entre los dulces se ceñía a los anteriores
y una caja surtida de mantecados, polvorones y alfajores, algunas peladillas y
poco más, en cuanto a la bebida se limitaba a la botella de coñac, hoy brandy,
y la botella de aguardiente que luego servía para hacerla sonar con un
chuchillo y unirse al coro. Otra costumbre que nos ha recordado era el
aguinaldo, algo muy esperado por los niños, para lo cual solíamos recorrernos
puerta a puerta a toda la vecindad. Tras hablarnos de los Reyes Magos, con
lanzamiento de caramelos incluidos, nos despedimos habiendo disfrutado de la
simpatía del señor Asencio, cuyas comparecencias suelen ser interesantes aunque
desenfadadas, con las que nos hace partícipes a todos cuantos asistimos a
escucharle. Enhorabuena.