Hoy en el Excmo Ateneo hemos tenido la oportunidad de
recibir a una sevillana, magnifica embajadora de nuestra ciudad en su tierra de
adopción, Valladolid, de cuya Universidad es profesora, Doña Soledad Porras Castro,
licenciada en Filología Italiana. Hoy nos ha acompañado para hablarnos sobre la
Sevilla de sus recuerdos, unos recuerdos de su juventud ya que pronto tuvo que
marcharse de la ciudad, pero recuerdos muy intensos, unos recuerdos que como
nos dice es un álbum en el que sus fotografías todas en sepia mantienen vivo el
feliz pasado. Nace en la calle Adriano y como es lógico se siente cercana al mundo
del toro y fiel seguidora del torero por excelencia, Curro Romero, poesía del
arte de torear, recuerdos de su barrio del Baratillo, la churrería del Postigo
del Aceite en la que junto a su padre desayunaban los domingos sus
extraordinarios churros, la tienda de ultramarinos el Reloj, del que
afortunadamente se mantiene el rótulo, un rótulo que perdurará en el tiempo,
toda una joya, comercios como esos se mantienen vivos en nuestra memoria, son comercios
con personalidad, la Plaza de Molviedro o Triana, los olores del invierno a
castañas asadas o alhucema. Sevilla es un conjunto de agua y luz o como decía Machado,
Sevilla es una armonía de luz, Sevilla también es color y aroma, el albero, único
en el mundo, el jazmín y su aroma inconfundible. Más tarde al aumentar la
familia, se trasladarían a la calle Menéndez Pelayo y ahí encontraría su camino
universitario, ha tenido un recuerdo cariñoso hacia sus profesores y compañeras
de antaño. Siendo de Letras sería impensable que no mencionara otra de sus
debilidades, la poesía, y más concretamente a Juan Ramón Jiménez, tanto es así
que con ocasión del centenario de Platero y yo, escribió un artículo en la
revista que el Museo del poeta en Moguer publica. Aunque buena conocedora de éste
y de su obra, no menosprecia a otros personajes de esa Generación del 27, cómo
Ortega y Gasset y los Hermanos Machado, o Vicente Alexandre para el que Sevilla
es el olor del jazmín y para Gerardo Diego sería un color de copla y Luís
Cernuda quería esconderse entre sus jazmines, Sevilla es una armonía de luz. Siendo
sevillana es cofrade y devota del Stmo. Cristo de la Buena Muerte de la
Hermandad de los Estudiantes y por supuesto de Santa Ángela de la Cruz, de
cuyas hermanas de Valladolid nos ha traído su recuerdo, unas hermanas con una
labor encomiable como la que aquí realizan, aunque en aquellas tierras el clima
no es tan benigno como el nuestro. Ha sido magnifico haber podido contar con
una persona como ella, con la que el salón absolutamente abarrotado ha ido
asintiendo y corroborando unos recuerdos de un pasado no tan lejano, aunque
hayan pasado ya cinco décadas, un pellizco nostálgico.