Hoy en
el Real Círculo de Labradores hemos celebrado un nuevo acto bajo el título de “Sevilla:
una Agricultura envuelta en Historia” y para desarrollar este tema nadie mejor
que un profesional de esta materia, antiguo Presidente del Colegio Oficial de
Peritos Agrícolas, Don Luís Carlos Cía González. Su intervención ha sido una auténtica
clase magistral, tanto en la amplia historia que resume el pasado de la agricultura desde sus inicios cómo en la variedad agrícola que disfrutamos en
nuestra provincia. Una provincia que quizás sea la mas importante de España en
esta materia, por la fertilidad y variedad de sus tierras, que hizo ser destino
de las migraciones primitivas procedentes de África. Mas tarde fueron griegos y fenicios los que descubrieron este
vergel, adentrándose en el lago Ligustino y por el río Betis llegar hasta nuestras
tierras. Siendo los fenicios los que comerciaron con nuestras riquezas, fundamentalmente
leguminosas y frutales o minerales como el cobre, la plata, el oro y el estaño.
Como así nos lo ha hecho saber nuestro interviniente con su claridad dialéctica y su pormenorizado relato cronológico.
Hasta la llegada de los romanos, la actividad agrícola era bastante penosa,
siendo ellos los que trajeron las herramientas mas importantes que supusieron el gran
avance para aumentar la producción, el arado y el molino de agua o de viento. Posteriormente,
tras los bárbaros llegan los árabes y dan el definitivo empuje a nuestros
campos, con útiles como la noria para la extracción del agua, tan necesaria para el cultivo, y consiguiendo aprovecharse de las propiedades de las plantas para darle un
uso distinto al alimentario. Con la toma de la ciudad por el Rey Santo, nuestra
agricultura fue la despensa de las tropas aumentando la oferta gastronómica. Sin
embargo no sería hasta el Descubrimiento de América el momento álgido de
nuestra huerta, la llegada de nuevas plantas que paliaron significativamente las
carencias alimenticias de una población depauperada. La industrialización del siglo
XIX, mecanizó las labores agrícolas llevándonos al día de hoy a ser una
verdadera potencia en la producción de arroz, de aceituna de mesa, del algodón o
de la naranja, sea dulce o amarga. El acto al que hemos asistido no se sabe bien si ha
sido una extraordinaria clase de Historia o la historia de la Agricultura, en
ambos campos ha sido un auténtico placer escuchar su docta palabra, por lo que le estamos sumamente agradecidos por tan valiosa
aportación. Nuestra enhorabuena. Y como
sabemos el cariño que el Curso les tiene a Emilio Rubio y Rocío Cía, han de
saber que nuestro interviniente es el padre de Rocío.