Esta tarde tras la pausa por la celebración
de nuestra Feria, tardía y extremadamente calurosa, retomamos nuevamente el
normal discurrir de nuestro ciclo académico. Hoy hemos contado con la inestimable
presencia de un buen amigo del Curso, Don Fernando Vilaplana Villajos,
arquitecto y profesor de Universidad, el cual nos ha traído de nuevo un tema
muy interesante y demandado por todos como es “El Guadalquivir, la vida de
Sevilla”. La gran vía de comunicación de nuestra ciudad, sin él no se
entendería nuestra apasionada historia, en la que toma merecidamente su
protagonismo. Por esa vía nos llegaron las distintas civilizaciones, desde los
tartesios, visigodos, romanos o árabes, dejándonos todos ellos su impronta,
su cultura, su visión urbanística e infraestructuras. Esta multiculturalidad
nos ha enriquecido sumamente, forjando nuestro carácter y forma de vida.
Posteriormente el hito histórico que supuso el Descubrimiento de América, hizo
de Sevilla la ciudad más importante del Imperio, ya que su puerto se erigió en
inicio y destino de las transacciones mercantiles con las tierras de ultramar, además
este hecho supuso la llegada de grandes literatos, pintores y escultores, ante
la gran demanda de las congregaciones religiosas que se instalaron en nuestra
ciudad y el nuevo mercado que se abría en aquellas tierras. Desde el punto de vista arquitectónico contamos con importantes vestigios, en nuestro casco histórico, del pasado romano o musulmán, o de los grandes monumentos que se edificaron tras la Toma de la ciudad que llegan a nuestros días, en todas estas colosales obras, el río supuso el gran medio de transporte logístico para llevarlas a cabo, además de lo que significó para la defensa de la ciudad. Por ello nuestro
enriquecimiento cultural añadido. Todo lo anterior nos lo ha expuesto nuestro
interviniente con la facilidad y claridad que le permite su experiencia docente
y la profusión de imágenes que nos ha expuesto, sirviéndonos para ver a través
de los planos de la ciudad de antaño, que el paso del tiempo y el progreso
hasta finales del siglo XIX, no supuso grandes cambios con respecto a lo
construido por los árabes. Ha sido un auténtico placer disfrutar de nuevo de la
sabia disertación de nuestro ponente, al que felicitamos y agradecemos su
enriquecedora presencia.