FUNDAMENTOS


14/5/14

14/5 D. JUAN A. HUGUET PRETEL



Esta tarde en el Excmo. Ateneo hemos tenido la oportunidad de disfrutar de un nuevo acto, en este caso sobre un tema que gusta a todos, las Bellas Artes, y nadie mejor para disertar sobre ello que el Profesor Don Juan Antonio Huguet Pretel, que ha tenido el acierto de presentarnos “Murillo y la Virgen María, historia de una devoción”, un tema muy oportuno en un mes tan mariano como este mes de mayo. Murillo quizás sea el mas representativo del barroco sevillano, es posible que no sea el mas barroco pero si el mas genuino. Sus primeros pasos en el arte los da de la mano de Juan del Castillo, pintor de cierta fama y marido de una prima de nuestro protagonista, enseñándole las técnicas pictóricas y encauzando sus dotes artísticas, tanto es así que durante el lustro que estuvo en su taller ya realizó obras para determinados encargos. Sin embargo el haberse quedado huérfano a tan temprana edad, le hizo ver en la Virgen María la figura de la madre que perdió, consiguiendo plasmarla como nadie lo había hecho, la representó en las distintas etapas, desde el Nacimiento, la educación que le impartía Santa Ana o en las distintas versiones de la Anunciación, en todas ellas se ve la dulzura de la niñez. En otra etapa, cuando la Virgen es Madre, consigue plasmarla en otra actitud, en la que aparece con la ternura maternal, tal es el caso de la Adoración de los Reyes Magos o en la Huida de Egipto. En otras ocasiones las escenas las enmarca en el entorno cotidiano y doméstico, apareciendo la figura de San José que toma un cierto protagonismo y la Virgen vigilante de la seguridad de su Hijo, como en la pintura de la Sagrada Familia. Sin embargo donde podemos ver su maternidad es en su cuadro de la Virgen del Rosario, en el que al amparo de su Madre, el Niño juega con la presencia del espectador, algo que se repite en la Virgen de la Servilleta, en el que nuevamente el Niño busca la complicidad del espectador con su mirada y su actitud ante la figura protectora de su Madre. Todo ello nos lo ha relatado nuestro ponente con la claridad que su capacidad docente le permite, haciéndonos entender lo que vemos con sus acertados comentarios. Es tal la devoción que Murillo siente hacia la Virgen que la pinta en muchas de sus obras acompañando a Jesús en distintas escenas, como en las Bodas de Caná, abrazando a la Cruz o acogiendo en su regazo el cuerpo inerte de su Hijo. Mención aparte merecen las muchas representaciones de la Inmaculada, jamás igualadas por ningún artista, o la Asunción, a las que le dota de un colorido especial y un dinamismo extraordinario en el que vemos el movimiento. En todo lo anterior nuestro interviniente nos ha contagiado su entusiasmo por un artista sevillano del que hemos de sentirnos orgullosos, manteniéndonos absolutamente absortos ante tan magistral pintor. Nuestra enhorabuena por su docta y documentada palabra y el agradecimiento una vez más por su desinteresada colaboración con esta Institución Cultural.