Esta tarde en el Excmo.
Ateneo hemos asistido a una magnifica conferencia cuyo título es bastante
significativo, “de Montañés a Juan de Mesa, de lo Divino a lo Humano”, un
título que refleja la realidad que disfrutamos en nuestra ciudad, el Gran Poder
y el Señor de Pasión, dos escultores y dos maneras de interpretar el arte, pero
ambos simplifican ese tránsito de lo Divino a lo Humano. Para desarrollarnos
este tema nadie mejor que un cofrade, cuyo compromiso le llevó un día a
gestionar como Hermano Mayor a su Hermandad de los Estudiantes, un excelente
acto sobre Martínez Montañés, el dios de la madera y Juan de Mesa, el escultor
místico, un interesante tema que nos ha desarrollado un buen amigo de nuestra
Institución, el doctor don Juan Manuel Contreras Ayala, una auténtica lección
magistral sobre la vida y obra de dos de los escultores mas sobresalientes del
barroco sevillano. Dos caracteres totalmente distintos, Montañés mas extrovertido y
comunicativo y Mesa muy introvertido, una timidez que le lleva al extremo de no
querer perpetuar abiertamente su propio aspecto físico, es todo un enigma para
los historiadores, tan solo se cuenta con la partida de bautismo y de defunción.
Montañés mucho mas abierto de carácter tuvo una gran influencia de Pablo de
Rojas, en ese primer taller pudo iniciarse, en Sevilla serían los talleres de
Jerónimo Hernández y Gaspar Núñez los que le instruirían para que con veinte
años se convirtiera en maestro. Juan de Mesa desde bien joven destacó en el
taller de Martínez Montañés, sin embargo no tuvo el reconocimiento de sus
compañeros, entre los que se encontraban Alonso Cano y Felipe de Ribas, posiblemente
llevados por la envidia. Desde luego se vio muy influenciado por Montañés pero
también por Andrés Ocampo, aunque su paso por ese taller le sirvió para
completar su formación y convertirse en un escultor muy demandado por las
hermandades existentes, su nombre no sobresalió en vida, le vino muy a
posteriori, muchas de sus obras le fueron atribuidas a su maestro. En ambos se
da la particularidad que son los artífices de dos de los Nazarenos que más
devoción despiertan en nuestra ciudad, el Señor de Pasión y el Gran Poder, uno
refleja la resignación del suplicio y en el Señor de Sevilla el realismo del dramatismo
vivido en ese momento, ese realismo llevado al extremo, hace creer al sevillano que Dios se encuentra en San Lorenzo. En los Crucificados también
sobresalieron, si Montañés consigue plasmar el último aliento en el Cristo de la
Clemencia de la Sacristía de los Cálices, Mesa lo hace con el Cristo de la
Buena Muerte en el que manifiesta la dulcificación de la muerte, la serenidad
tras el tormento y la Paz Eterna. Otro de los Crucificados destacables del
primero es el Cristo de la Conversión de la Hermandad de Montserrat y su
portentosa cabeza, sin embargo Mesa les dota de una perfección anatómica, como
podemos ver en el Cristo del Amor, lo que lleva a pensar que disfrutaba de un
profundo conocimiento de la anatomía del ser humano, además de que su enfermiza
figura, sufría de tuberculosis, le hacía conocer los rictus del dolor en
propias carnes, lo que le llevaba a plasmarlos en sus figuras. Ambos cuentan
con muchas otras imágenes dignas de ser mencionadas por la suavidad de sus líneas
y la perfecta armonía, pero la lista sería excesivamente amplia. Una vez más tenemos
que rendirnos a la sabia palabra del doctor Contreras, una persona que sin
alardes nos ofrece conferencias tan interesantes como la que hoy nos ha ofrecido. Enhorabuena por esta nueva
colaboración con el Curso.