He tenido que incluir demasiadas fotografías porque lo visitado así lo demanda.
Hoy
aprovechando los últimos coletazos de esta prolongación del verano, hemos
realizado el viaje formativo de la programación, en esta ocasión ha sido al
Puerto de Santa María. Como de costumbre, Emilio Rubio nos fue introduciendo en
la historia del municipio, una historia municipal que comienza hacia 1281
cuando Alfonso X le concede la carta-puebla, pasando de aldea musulmana a ciudad
de realengo y dándole el nombre oficial de Gran Puerto de Santa María, siendo
Sancho IV el que le concede la propiedad del señorío al comerciante genovés
Benedetto Zaccarias, a cambio de la protección de su litoral. Pasado el tiempo
pasa a la Casa de Medinaceli en 1368 hasta 1729, en que Felipe V decide su
incorporación a la Corona. Momento en el que los cargadores de Indias, dedicados
al comercio con las colonias, sumaron a su poder económico el político. Esto es
a grandes rasgos su historia, que como en otras ocasiones es muy atrayente para
su estudio. Tras esta introducción, Emilio nos lleva a conocer su
monumentalidad, comenzamos con el Monasterio de Nuestra Señora de la Victoria,
un edificio que se remonta a los inicios del siglo XVI cuando pasa a propiedad
de la Congregación de monjes Mínimos de San Francisco.
Sirvió como panteón de
los Duques de Medinaceli, financiando su construcción y siendo todo un ejemplo
del gótico tardío, al que se añadieron elementos renacentistas. Consta de la
propia Iglesia, el Claustro y las Salas Capitulares. Destaca la fachada de la
Iglesia, una excelente muestra del arte ojival, su portada, con abundantes
elementos decorativos propios de la época de su construcción, con una
experimentada labor de la piedra. En el tímpano pudimos ver la hornacina que en
su memento albergaría la imagen de la Virgen de la Victoria y por encima un
arco conopial en el que se apoya el escudo de armas de la Casa de Medinaceli.
La iglesia de una sola nave y cuatro capillas laterales a cada lado, las
bóvedas de nervaduras y estrellada en el presbiterio nos señalan el esplendor de
su momento álgido. Destaca el Claustro con galerías en todo su perímetro y las
bóveda de crucería que se apoyan en unas ménsulas ricamente decoradas, los
contrafuertes que impiden el desplazamiento de esa bóvedas también cuentan con
un trabajo laborioso de los canteros.
Consta de dos cuerpos, el bajo de estilo
gótico y el alto renacentista, ese cuerpo alto cuenta con arcos ciegos, aunque
en un principio se supone que estarían abiertos, hoy solo cuentan con una
pequeña ventana que se abre al patio central. El uso de este edificio fue muy
variado, pasó de monasterio, a hospicio, hospital y a centro penitenciario hasta
la segunda mitad del siglo pasado.
Tras
una pequeña parada, contemplamos la fachada de la antigua lonja, una fachada
en piedra con arcos de medio punto destacando su remate que indica el destino
para el que fue construido, la subasta del pescado, a continuación nos vamos a ver el Palacio de Araníbar, hoy es la
casa de cargadores de Indias mas antigua de las que se conservan.
Su nombre
viene dado por su propietario, un vasco que vino a prestar sus servicios en el
siglo XVII a la Casa Ducal de Medinaceli. Una amplia casa que sigue el modelo
de ese tipo de construcciones, estancias en torno a un patio central porticado, la
planta baja mas alta que el resto, porque era el lugar en el que almacenaban
las mercancías traídas de las colonias, la planta primera para oficinas y
vivienda de su propietario y en la tercera planta de mucha menor altura
dedicada al personal de servicio. Es una casa construida en estilo clásico,
sobria, pese a construirse en pleno auge del barroco. La portada con vano adintelado
está flanqueada por columnas toscanas pareadas. En su interior el patio de
planta cuadrada y galería de arcos de medio punto y en la planta superior se
abren balcones sencillos.
Aunque
empezamos a sentir el cansancio por estar tanto tiempo de pie, nos vamos al
centro a visitar la Casa de los Leones, nombre dado por los felinos que
aparecen en su fachada. Es de las mas representativas del barroco portuense.
Es
otro ejemplo de casa de cargadores, su fachada profusamente decorada destaca
sobre las demás. Está dividida en tres plantas, como por otro lado era habitual
en este tipo de casas. Su fachada destaca por su original portada de piedra de
tres cuerpos en la que se encuentra en una hornacina la imagen de las Virgen de
las Tres Caídas y sobre ella el Espíritu Santo, en el tercer cuerpo se abre un
balcón. La decoración es muy trabajada. En su interior todo se distribuye
alrededor del patio, galerías sencillas con vigas de madera y barandas de
hierro.
Tras
la Casa de los Leones nos vamos al Hospitalito o Museo Municipal, antiguo
edificio hospitalario, de ahí su apelativo, es un edificio neoclásico con
cierta influencia del barroco, data del año 1753. Hoy se encuentra establecido
el Museo de la ciudad.
Es
el momento de mirar el reloj y nos damos cuenta que todos estamos un poco
famélicos por tanto trajín, de manera que tras otra caminata nos encontramos en
las Bodegas Grant, una bodega familiar, se mantiene dentro del mismo núcleo
familiar desde su fundación en 1841, entusiasta de su labor, la acogida no pudo ser
mejor, su hospitalidad quedó reflejada en la simpatía de quien nos introdujo en
el maravilloso mundo del vino.
Es una bodega pequeña que mantiene la labor de
crianza del vino fino a la manera tradicional, siguen el proceso biológico a
base de levaduras que provocan el velo de flor que impide que el vino entre en
contacto con el aire evitando su oxidación. Tras la correspondiente cata, nos
vamos al comedor anexo, un poco contentillos por la degustación con el estómago
vacío. Al igual que en la bodega, en el comedor degustamos un menú muy bien
elaborado, quedando todos contentos por la necesidad y por la calidad. Al
final como la bodega también tenía de nombre "de las 7 esquinas", nos pasamos la
sobremesa adivinando donde se encontraban tantas esquinas, sin encontrarlas.
Tras
la comida y sin solución de continuidad nos encaminamos a la vecina Puerto
Real, en esa localidad todo fueron facilidades para realizar nuestra visita a
la Iglesia Conventual de la Victoria, sede de la Hermandad de la Soledad, Santo
Entierro de Nuestro Señor y San Francisco de Paula, cuya amabilidad para
facilitarnos nuestra visita quedó refrendada por un antiguo miembro de su Junta
de Gobierno ante la imposibilidad de hacerlo algún miembro de la actual. Su
patrimonio es grandioso y sus imágenes titulares realizadas por la Roldana,
magníficamente conservadas y de gran devoción. La Iglesia Conventual fundada en el XVII por la
Orden de Mínimos de San Francisco de Paula, es de planta rectangular en forma de
cruz latina de una sola nave cubierta por una bóveda de cañón.
Tras
visitar el Tesoro de la Corporación cofrade, nos dirigimos al autocar para
retornar a casa. Como siempre Emilio nos ha descubierto una parte del Patrimonio
Histórico de dos ciudades que quizás cuando realizamos visitas de manera
particular, no nos fijamos como debiéramos. Enhorabuena y hasta la próxima.