Ayer sábado dentro del ciclo que dedicamos al conocimiento
del Patrimonio Cultural de Andalucía, nos encaminamos para conocer el tesoro
que alberga la población de Ayamonte, comenzamos con la Iglesia parroquial de
Nuestra Señora de las Angustias, un edificio del siglo XVI de estilo mudéjar
situado en una loma en pleno casco histórico, desde el que se domina el
rio Guadiana y la orilla portuguesa. Una vez en su interior lo primero que
salta a la vista es el magnifico artesonado que cubre su única planta basilical
y la cúpula policromada del presbiterio, éste está separado de la nave central
por un arco triunfal. En su retablo mayor de tres cuerpos y tres calles, la
Virgen de las Angustias del siglo XVI de autor desconocido se encuentra
presidiendo el conjunto, es la patrona de Ayamonte en agradecimiento del pueblo
por los escasos daños sufridos en el terremoto de Lisboa de 1755. Ese retablo
mayor de mediados del siglo XVII cuenta con bajorrelieves de bella factura en
los que aparecen distintas escenas de la Pasión de Jesús, cómo la Oración en el
Huerto, el Prendimiento, la Coronación de Espinas, el Camino del Calvario y
Jesús Crucificado, en el ático se puede ver la imagen sedente del Padre Eterno.
En todo ello Emilio Rubio no lo ha ido desgranado con la expresividad que le es
habitual, introduciéndonos en la historia del templo y describiendo el carácter
artístico de lo que estamos viendo. En los testero laterales aparecen otros
retablos de innegable belleza cómo son los de la Inmaculada Concepción, imagen
de principios del XVI, el de la Virgen de Fátima y destacando a los pies el
dedicado a otro patrono de Ayamonte, San Diego de Alcalá, una magnifica imagen
tallada en madera policromada de finales del XVI realizada por Juan Martínez
Montañés. En este templo conviven distintas de las hermandades mas importantes,
la de Nuestra Señora de la Angustia, la de Pasión, también conocida como de
Excombatientes, el Santo Entierro y la del Resucitado.
Tras esta visita nos
encaminamos a la cercana Iglesia de San Francisco, no sin antes pararnos para
que Emilio nos de a conocer la importante industria conservera, de la que oportunamente el Ayuntamiento ha erigido un monumento a las mujeres que desarrollaban esa labor y el auge que en
su momento tuvo su astillero para la importante industria pesquera
ayamontina.
En San Francisco tuvimos la suerte de encontrarnos con una persona
que disfruta dando a conocer el importante patrimonio de este templo, Francisco
de la Rosa, una persona muy vinculada con las hermandades que tienen su sede en
esta iglesia, de las que nos dio una exhaustiva información de los enseres que
atesoran. Este templo formaba parte de un antiguo convento franciscano de
principios del siglo XV, en él se guardaba una reliquia del Santo Sudario que
el Marqués de Ayamonte se trajo en 1578, hoy se encuentra en la Catedral. Este antiguo convento se vio muy
afectado por el terremoto de Lisboa, del que solo quedó en pie la nave central
de su iglesia, aunque la desamortización de Mendizábal fue la puntilla para su
definitiva desaparición como convento.
En su interior destaca su techumbre
mudéjar de madera y el altar mayor de finales del XVI, su Retablo mayor del
XVII consta de cuatro cuerpos y cinco calles, a excepción de la calle central,
las otras están compuestas por distintas pinturas sobre óleo que representan santos que
estuvieron junto a Jesús o santos de la Orden franciscana. En sus
capillas laterales podemos admirar otras imágenes que despiertan una gran
devoción, cómo Jesús Resucitado, una imagen de Juan de Mesa del que solo queda
su cabeza por el vandalismo que surgió en aquellos años de desagradable
recuerdo, o el Cristo Yacente del siglo XVI que también se vio afectado
gravemente en aquellos actos. En esta sede se encuentran las hermandades de la
Sagrada Lanzada y la Veracruz y Santo Entierro. Tras digerir toda la amplia
información que nos proporcionado el simpático Paco de la Rosa, nos dirigimos a
dar cuenta de otro lugar importante de este periplo, el restaurante Barberi, en
el que tras iniciar saciando la sed que en ese momento ya sentíamos, nos ponen
delante el plato principal, unos fideos con almejas y de segundo filetitos con salsa,
indescriptible pero buena, tras el postre y sin descanso posible nos
encaminamos a la vecina población portuguesa, Vila Real de Santo Antonio, en
ella Emilio retoma la información sobre el lugar y tras explicarnos su historia,
nos lleva a la Iglesia Matriz de la Virgen de la Encarnación, una talla
policromada del siglo XVI. Tras esta visita nos da un poco de tiempo libre, nos
ponemos a andar y parándonos en cuantos tenderetes, a modo de mercadillo, las
tiendas exhiben su producto, algunos caen y compran sus conocidos productos,
entre los que encontraban los manteles, digo yo, ¿en Sevilla no hay estos
productos?. Tras un refrigerio de nuevo al Bus y para Sevilla. Hasta la próxima
excursión.