Esta tarde en el Real Circulo de Labradores hemos celebrado
un nuevo acto en el que nuestro compañero y amigo don Manuel Rodríguez Hidalgo
nos ha introducido en la figura de nuestro Patrón, San Fernando. Hoy nos hace una
aproximación histórica a la figura insigne de Fernando III el Santo, donde mezcla
inteligentemente aspectos biográficos descriptivos de su personalidad
relacionados con las principales decisiones políticas en connivencia con su
pensamiento religioso.
Nuestro personaje central fue clave en la recristianización
peninsular, el inicio de la decadencia musulmana, las luchas de clanes, la
instauración de 39 taifas independientes, y el éxito obtenido el 16 de julio de
1212 en la batalla de las Navas de Tolosa por las tropas castellanas de Alfonso
VIII, aragonesas de Pedro II y las navarras de Sancho VII que significó el fin
del Califa Al-Nasir más conocido por “Miramamolín” y del poder Almohade.
La expansión de los reinos cristianos siguieron avanzando.
El día 1 de julio de 1217 llegó un joven de 16 años de edad, con elegante
porte, gentil en el andar, y apuesto en el cabalgar, junto a su real madre,
Doña Berenguela a la Plaza Mayor de Valladolid donde por aclamación y
consentimiento, fue proclamado Fernando III Rey de Castilla, con las
bendiciones eclesiásticas otorgadas posteriormente en la Iglesia de Santa Marí.
Dos años después, el 27 de noviembre de 1219 en el
Monasterio cisterciense de Santa María la Real de las Huelgas consagra ante el
altar la espada del legendario Fernán González, haciendo juramento de fidelidad
y defensa de la Fe católica sobre los Evangelios. Tres días después Fernando
contrae matrimonio con la princesa alemana Beatriz de Suabia.
Fernando III practica desde el comienzo de su reinado una
política de lealtad a su promesa. Con la muerte de su padre Alfonso IX el día 7
de noviembre de 1230 recibe la corona del Reino de León saldando
definitivamente los destinos de los dos reinos.
La reconquista de Sevilla se le resistía por las
características singulares que la adornaban. Fernando necesita hombres y dinero
para formar un ejército con mandos audaces para rendir una ciudad muy bien
estructurada con poderosas defensas y un río que la unía con la comarca de
Jerez y el Norte de África.
A principios de 1247
convoca una gran asamblea en el Castillo de Santa Catalina, antiguo alcázar
árabe de Jaén, a la que asisten cuantos directa o indirectamente van a
participar en la conquista.
Los preparativos cristianos están relatados en la
"Primera Crónica General". El asedio comienza el día 20 de Agosto de
1247 Festividad de San Bernardo. Finaliza el lunes 5 de Sha’ban, Hégida 646, o
sea, el 23 de noviembre de 1248, día de San Clemente, vigésimo séptimo
cumpleaños del infante don Alfonso.
Ganada la plaza, aceptada las estipulaciones y libradas
todas las pleitesías, el vencedor les concede un mes para organizar la
emigración. Una vez vaciada la ciudad Axafat entrega las llaves al rey don
Fernando. En la Torre Mayor del Alcázar lucía la enseña real blanca, con leones
y castillos de tafetán morado con detalles de seda amarilla. Y en el esbelto
alminar de la Aljama mayor, la Santa Cruz desplazó a la media luna que había
permanecido durante 536 años y 4 meses. Sevilla se deshace de sus aleaciones
culturales y de manos castellanas, el gran Rey Fernando la reintegra a la nueva
España y la incorpora al moderno desarrollo de Europa.
El día 22 de diciembre de 1248 festividad de la invención de
la traslación de los restos de San Isidoro desde Sevilla a la ciudad de León,
celebra la magna procesión mariana y sacramental de consagración de lo que será
siglos después una de las catedrales más grandiosas de la cristiandad.
En unas cuartillas manuscritas por su hijo y heredero, Alfonso X, remarca las calidades humanas de su padre, diciendo que
compartía con sus soldados las incomodidades de las campañas. Velaba en
ocasiones junto a los guardias y centinelas, y visitaba a los heridos tras cada
batalla. No se consideraba superior a nadie.
Más que un consorcio de un rey y un santo, Fernando es un
seglar, un laico hombre de su siglo, que alcanzó la santidad santificando su
Oficio. Conjuga en alto grado la piedad, la prudencia y el heroísmo. Sin
hipérbole, el español más ilustre de uno de los siglos cenitales de la historia
humana, el siglo XIII.
Fernando III muere al amanecer del día 30 de mayo de 1252 en el
Alcázar de Sevilla como consecuencia de una insuficiencia coronaria rodeado de
su segunda esposa doña Juana de Pontis e hijos, atendido espiritualmente por su
confesor el obispo de Segovia, D. Remondo. Las escenas de su postrimería están
magníficamente representadas por el pintor Virgilio Mattoni en un cuadro que se
puede contemplar en el salón del Almirante en el Real Alcázar.
La documentación de los procesos de beatificación y
canonización se conserva en los fondos de la catedral de Sevilla, junto a otros
elementos relacionados con el monarca,
Por fin, la Sevilla Tartésica, Fenicia, Romana, Visigoda, y
Musulmana se fue repoblando de una aleación de caracteres españoles que le
dieron personalidad al nuevo sevillano.
Y termina nuestro ponente con las palabras dirigidas por
Pelay Correa ante el cadáver de su amigo Omar: “Ojalá llegue el día en que
hombres y mujeres puedan vivir unidos en igualdad y en paz, en diálogo y en
fraternidad, a pesar de sus diferencias culturales, de sus ideologías políticas,
sea cual sea su Dios, y su color de la piel, su raza y sus costumbres”.
San Fernando Ruega por España, Protege a Sevilla, Intercede
por nosotros. Que así sea.
Hasta aquí una sinopsis de lo dicho hoy de un buen Rey, recto y prudente en
su gobierno, audaz en la batalla y respetuoso con el vencido. Ha sido un
auténtico deleite, una vez más, escuchar la sabia palabra de Rodríguez Hidalgo,
persona que antes de hablar se documenta arduamente para servirnos la verdadera
historia del personaje. Enhorabuena.