FUNDAMENTOS


29/5/15

28/5 D. MANUEL RODRÍGUEZ HIDALGO


 
Esta tarde en el Real Circulo de Labradores hemos celebrado un nuevo acto en el que nuestro compañero y amigo don Manuel Rodríguez Hidalgo nos ha introducido en la figura de nuestro Patrón, San Fernando. Hoy nos hace una aproximación histórica a la figura insigne de Fernando III el Santo, donde mezcla inteligentemente aspectos biográficos descriptivos de su personalidad relacionados con las principales decisiones políticas en connivencia con su pensamiento religioso. 
Nuestro personaje central fue clave en la recristianización peninsular, el inicio de la decadencia musulmana, las luchas de clanes, la instauración de 39 taifas independientes, y el éxito obtenido el 16 de julio de 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa por las tropas castellanas de Alfonso VIII, aragonesas de Pedro II y las navarras de Sancho VII que significó el fin del Califa Al-Nasir más conocido por “Miramamolín” y del poder Almohade.
La expansión de los reinos cristianos siguieron avanzando. El día 1 de julio de 1217 llegó un joven de 16 años de edad, con elegante porte, gentil en el andar, y apuesto en el cabalgar, junto a su real madre, Doña Berenguela a la Plaza Mayor de Valladolid donde por aclamación y consentimiento, fue proclamado Fernando III Rey de Castilla, con las bendiciones eclesiásticas otorgadas posteriormente en la Iglesia de Santa Marí.
Dos años después, el 27 de noviembre de 1219 en el Monasterio cisterciense de Santa María la Real de las Huelgas consagra ante el altar la espada del legendario Fernán González, haciendo juramento de fidelidad y defensa de la Fe católica sobre los Evangelios. Tres días después Fernando contrae matrimonio con la princesa alemana Beatriz de Suabia.
Fernando III practica desde el comienzo de su reinado una política de lealtad a su promesa. Con la muerte de su padre Alfonso IX el día 7 de noviembre de 1230 recibe la corona del Reino de León saldando definitivamente los destinos de los dos reinos.
La reconquista de Sevilla se le resistía por las características singulares que la adornaban. Fernando necesita hombres y dinero para formar un ejército con mandos audaces para rendir una ciudad muy bien estructurada con poderosas defensas y un río que la unía con la comarca de Jerez y el Norte de África. 
A principios de 1247 convoca una gran asamblea en el Castillo de Santa Catalina, antiguo alcázar árabe de Jaén, a la que asisten cuantos directa o indirectamente van a participar en la conquista.
Los preparativos cristianos están relatados en la "Primera Crónica General". El asedio comienza el día 20 de Agosto de 1247 Festividad de San Bernardo. Finaliza el lunes 5 de Sha’ban, Hégida 646, o sea, el 23 de noviembre de 1248, día de San Clemente, vigésimo séptimo cumpleaños del infante don Alfonso.
Ganada la plaza, aceptada las estipulaciones y libradas todas las pleitesías, el vencedor les concede un mes para organizar la emigración. Una vez vaciada la ciudad Axafat entrega las llaves al rey don Fernando. En la Torre Mayor del Alcázar lucía la enseña real blanca, con leones y castillos de tafetán morado con detalles de seda amarilla. Y en el esbelto alminar de la Aljama mayor, la Santa Cruz desplazó a la media luna que había permanecido durante 536 años y 4 meses. Sevilla se deshace de sus aleaciones culturales y de manos castellanas, el gran Rey Fernando la reintegra a la nueva España y la incorpora al moderno desarrollo de Europa.
El día 22 de diciembre de 1248 festividad de la invención de la traslación de los restos de San Isidoro desde Sevilla a la ciudad de León, celebra la magna procesión mariana y sacramental de consagración de lo que será siglos después una de las catedrales más grandiosas de la cristiandad.
En unas cuartillas manuscritas por su hijo y heredero, Alfonso X, remarca las calidades humanas de su padre, diciendo que compartía con sus soldados las incomodidades de las campañas. Velaba en ocasiones junto a los guardias y centinelas, y visitaba a los heridos tras cada batalla. No se consideraba superior a nadie.
Más que un consorcio de un rey y un santo, Fernando es un seglar, un laico hombre de su siglo, que alcanzó la santidad santificando su Oficio. Conjuga en alto grado la piedad, la prudencia y el heroísmo. Sin hipérbole, el español más ilustre de uno de los siglos cenitales de la historia humana, el siglo XIII.
Fernando III muere al amanecer del día 30 de mayo de 1252 en el Alcázar de Sevilla como consecuencia de una insuficiencia coronaria rodeado de su segunda esposa doña Juana de Pontis e hijos, atendido espiritualmente por su confesor el obispo de Segovia, D. Remondo. Las escenas de su postrimería están magníficamente representadas por el pintor Virgilio Mattoni en un cuadro que se puede contemplar en el salón del Almirante en el Real Alcázar.
La documentación de los procesos de beatificación y canonización se conserva en los fondos de la catedral de Sevilla, junto a otros elementos relacionados con el monarca,
Por fin, la Sevilla Tartésica, Fenicia, Romana, Visigoda, y Musulmana se fue repoblando de una aleación de caracteres españoles que le dieron personalidad al nuevo sevillano.
Y termina nuestro ponente con las palabras dirigidas por Pelay Correa ante el cadáver de su amigo Omar: “Ojalá llegue el día en que hombres y mujeres puedan vivir unidos en igualdad y en paz, en diálogo y en fraternidad, a pesar de sus diferencias culturales, de sus ideologías políticas, sea cual sea su Dios, y su color de la piel, su raza y sus costumbres”. 
San Fernando Ruega por España, Protege a Sevilla, Intercede por nosotros. Que así sea.
Hasta aquí una sinopsis de lo dicho hoy de un buen Rey, recto y prudente en su gobierno, audaz en la batalla y respetuoso con el vencido. Ha sido un auténtico deleite, una vez más, escuchar la sabia palabra de Rodríguez Hidalgo, persona que antes de hablar se documenta arduamente para servirnos la verdadera historia del personaje. Enhorabuena.