Hoy hemos celebrado en el Casino Militar un nuevo acto para
el que nos ha acompañado un buen amigo del Curso, Don Carlos Ros Carballar,
cómo historiador nos ha venido a hablar del Cardenal Segura. Personaje
importante en una época, controvertido y muy discutido, incómodo para
el poder político y eclesiástico, algo testarudo e intransigente, poseedor de
una gran entereza moral, fiel a sus principios aunque estuviera equivocado, un
Cardenal de otro tiempo. Su carácter provocó un fuerte enfrentamiento con el
Gobierno de la República siendo Cardenal Primado, todo ello propiciado por una
pastoral firmada por él, prejuzgando lo que iba a suponer la proclamación de la
República para los católicos, haciendo mención que con la Monarquía siempre
habían tenido unas magnificas relaciones. La reacción inmediata a la pastoral
fueron declaraciones de ciertos políticos que no hicieron mas que alimentar el
monstruo, lo que provocó la quema de conventos e iglesias por parte de elementos
incontrolados, aunque lo quisieron camuflar como una oleada de cortocircuitos. Este panorama provocó la petición al Nuncio Apostólico de que
fuera relevado de su cargo, en caso contrario romperían relaciones
diplomáticas. Pero el Cardenal muy astutamente se adelantó a esa orden y se trasladó a Roma,
allí era tan respetado como temido. Pocos meses después vuelve de nuevo para
ocupar su sillón de Primado en Toledo, pero resultó detenido, iniciando de
inmediato los trámites para su expulsión, haciéndose efectiva a las pocas horas, más tarde se haría oficial su renuncia como Cardenal Primado y pocos meses después,
principios de 1932, se instala en Roma. Con la muerte en 1937 del Cardenal
Ilundain, arzobispo de Sevilla, vuelve a España para asistir a las exequias,
dos meses mas tarde Pio XII lo nombra para presidir la diócesis sevillana en
plena guerra civil. Pero en poco tiempo volvió a tener problemas con el poder
civil, en este caso al oponerse a que en las fachadas de las parroquias y edificios
religiosos figurara la lista de los caídos victimas del marxismo. En el año 54
fue a Roma con la intención de ver al Papa, iba encabezando una peregrinación
mariana, pero aprovechando su ausencia, el Nuncio cita al obispo de Vitoria, Bueno
Monreal, para anunciarle el nombramiento como Arzobispo Coadjutor del Cardenal
Segura con derecho a sucederle. El nombramiento fue una auténtica sorpresa y
temiendo la reacción de don Pedro Segura, el General Franco declaró que no
había tenido nada que ver y que respetada la independencia de la Iglesia en sus nombramientos. Era
de tal carácter, que con ocasión de la inauguración del Monumento del Sagrado
Corazón de San Juan de Aznalfarache, llegaron los funcionarios de protocolo
para preparar la visita del General Franco, al disponer los asientos en la
gran mesa de gala donde se celebraría la comida, pusieron en el centro presidiendo al
General y enfrente a su esposa, a su lado se situaría el Cardenal, no estando
éste de acuerdo, precisó que un príncipe de la Iglesia sólo cede su sitio al
Jefe del Estado o a los Reyes y no a la esposa que no ostentaba ninguno de esos cargos, de manera que sólo se celebraría el acontecimiento si bien no iba la esposa del
General, o no iba él o simplemente no había comida, al final no hubo comida. La
relación de Bueno Monreal con él no fue un camino de rosas, le puso todas las
trabas que pudo, pero el coadjutor las aguantó estoicamente. En 1955 fallece en
Madrid y sería enterrado en el Monumento que mandó construir en San Juan, junto a toda su familia. Como
siempre don Carlos Ros nos ofrece una magnifica y bien documentada conferencia
sobre personajes excepcionales de nuestra ciudad, en este caso un personaje de
gran carácter que supo enfrentarse al Poder civil defendiendo el criterio,
equivocado o no, de un Cardenal perteneciente a un tiempo distinto al que le tocó vivir. Enhorabuena
a don Carlos una vez más. Agradecemos también la presencia de los doctores Revuelta y Serrera Contreras, interesados en nuestra historia, éste último nos hablará el próximo día 11 en el Excmo. Ateneo sobre la Sevilla del siglo XIX.