FUNDAMENTOS


6/2/15

5/2 D. MANUEL RODRÍGUEZ HIDALGO



Ayer en Real Círculo de Labradores tuvimos el placer de asistir a una nueva conferencia de un buen amigo, Don Manuel Rodríguez Hidalgo, bajo el título de Semana Santa, Sentimiento y Oración. Cómo cofrade profeso y comprometido, vinculado con el mundo de las cofradías por su pasado como Hermano Mayor de una Hermandad de gran prestigio en nuestra ciudad y por su dedicación a la formación religiosa, nos ha permitido adentrarnos en su corazón para conocer cómo y que siente un creyente en la Semana de Pasión. Si la psiquiatría define el sentimiento como la exteriorización de los sentidos, en Sevilla el pueblo en su conjunto exterioriza sus sentidos de manera plena en Semana Santa, con la alegría que siente por la devoción a su imagen titular, con la visión de un paso de palio en la angostura de una calle abarrotada de fieles, con el trabajo bien realizado por un capataz para que su cuadrilla de costaleros eleve a los cielos ese altar itinerante con la elegancia que solamente en nuestra ciudad se sabe hacer. Con el oído ante una saeta cantada desde un balcón, el rachear de unas alpargatas en el silencio o ante la marcha interpretada por una banda de música. Con el tacto al acercarnos a nuestra imagen devocional en su besamanos o besapies, con el olfato al percibir la tiniebla que inunda el paso de la cofradía con el olor del incienso que expele un incensario, y el gusto, en su sentido figurado, por el trabajo que realizan los priostes para que sus Sagrados Titulares paseen por el barrio con su elegancia característica. Nuestra Semana Santa es un tiempo de emociones, emociones ante un nazareno de corta edad que empieza a dar sus primeros pasos en su cortejo de Hermandad, auténtico vivero de cofrades cuya finalidad es el amor al prójimo, pero también es un tiempo de Oraciones, oraciones con la alegría de saber que Cristo resucitará en unos días. Todo ello, nuestro ponente con el convencimiento que siente ante este argumento ha sabido transmitirnos abriendo este periodo que ya se aproxima, una Cuaresma que se inicia el próximo día dieciocho con el miércoles de ceniza. Nuestra enhorabuena al buen amigo por su excelente conferencia, que como en ocasiones anteriores, ha sido del total agrado de cuantos tuvimos la oportunidad de escucharle y cómo creemos que es digna de ser conocida por todos, a continuación se expone un resumen literal de su charla.
Resumen de la Conferencia “Semana Santa, Sentimiento y Oración”
La Semana Santa de Sevilla es un desbordamiento de sensaciones místicas contemplativas, unidas a la ascética misteriosa y reservada de la oración.
Siete siglos de partículas sutilísimas, súplicas humanas, desnudas, frágiles, en la memoria remota de la historia, que permanecen volátiles en el espacio. Siempre el mismo cuadro en épocas distintas.
Pasado, presente y futuro donde  cualquier  persona surge entre el silencio o el ruido al diluirse la tarde, o bajo el resplandor desnudo de la luz calcinante del plenilunio, con sus creencias caídas, sus ilusiones rotas, pero siempre con la mirada puesta en la esperanza de una talla de simple madera, con su misterio intacto, que trasciende de la sensibilidad a la fe a quien con los brazos al viento, delirando oraciones, en comunión de humildad y de sabia ignorancia, pone en ella toda su confianza.
Imágenes y palabras ligadas desde mediados del siglo XV cuando grupos de seglares cuya escuela gratuita fue el púlpito y el sermón la fuente de sus conocimientos, calificados indebidamente por las altas capas sociales como “el mundo sacralizado de los humildes”, eligieron para el sostén de sus aflicciones y esperanzas reivindicativas de salud, trabajo y paz, la sobria, imagen gótica de un Crucificado que les transmitía espiritualidad y las fuerzas necesarias para conseguir un futuro mejor, más justo, una previsión de vida vivible, estable, pacífica; trípode deseado de generación en generación.
Desde el Concilio de Trento la estática del altar se hizo dinámica procesional. ¿Fue un milagro? Milagroso quiere decir sencillamente “cargado de presencia”. Toda una rica pedagogía religiosa adaptada a las disposiciones pastorales de cada tiempo, a cada circunstancia socio-política y  evoluciones de la cultura.
El foro natural de la cofradía es la calle, lugar donde eleva su discurso parlamentario sin distinción de clases sociales, porque es allí donde se asientan todos los problemas de los ciudadanos, atraídos por la fuerza intrínseca eclesial de sus sonidos, sus andares, sus silencios, mezcla que mueve a la esperanza admirando la belleza exultante que se aproxima para saborearla en una tarde, noche, o madrugada sevillana.
El poder cognitivo de una cofradía con su frescura estética visiona el esplendor de la verdad de una fe que se ofrece, se acepta, o se rechaza. Que exhibe sin sonrojos, sin falsas piedades sus creencias abiertas a las miradas frágiles y a los duros corazones, sin exigencias cualitativas, ni ideológicas, exaltando simplemente durante 10 días el Evangelio del Misterio Redentor de Nuestro Señor Jesucristo.
La importancia de la Semana Santa es el trueque peregrino de sutil elegancia por una insospechada descarga de sensaciones que exacerba el callado o sonoro acento de una oración que nace en el alma y se asoma por los labios: se silencia, se escucha, se aplaude, cuando se hace verso, cante, música, súplica. Hay tantos lenguajes para comunicarse con Jesús y con María, que todo es una quimera de emociones que embeben el sentimiento.
Toda esta riqueza evangelizadora atesorada en el tiempo se transmitió y se mantiene como piedra angular de la religiosidad popular. Hoy se observan demasiados signos de fideísmos, cuando se necesitan actitudes de coherencia religiosa. El actual pontífice, con valentía y actualidad, está girando a la Iglesia a su verdadero origen, que no fue el estamental, sino el fraternal; no el de autoridad, sino el de servicio. Nos invita Francisco a descubrir al Señor de la Vida, al Jesús de las Parábolas, el Nazareno  que se llevó toda su vida pública desde Galilea a Judea llamando Padre a Dios y llevando entre sus manos una gran pancarta con una sola frase: AMOR. Como sabemos, el amor es la base de la vida, la médula de la bondad, el envase de todos los valores, las virtudes y los derechos humanos, tan necesarios exaltar y defender en nuestra sociedad.
La Semana Santa es más Santa y Divina con el volteo de la veinticinco campanas de la Catedral repicando el testamento de nuestra fe: Anunciamos su Muerte, pero “Cristo Vive” caminando por nuestras calles en una Sevilla eterna, resucitada en el aire.