Hoy en el Círculo
Mercantil hemos asistido al primer pregón de nuestra Semana Santa, en este caso se lo
ha dedicado a las Hermandades del Arenal, Don
Mario de la Blanca, una exaltación sentida, muy sentida, por la peculiar
manera que el señor de la Blanca tiene al interpretarla. Comienza con su
especial recuerdo a la Pura y Limpia, hermandad paradigma del Dogma Concepcionista,
cuya pequeña imagen titular ha sido el motivo del comienzo de esta exaltación
poética, “Que sola estaba la Virgen en el Postigo del aceite, sin nazarenos ni
músicos…” haciendo alusión al numeroso transitar delante de ella de hermandades
que atraviesan el Arco durante los siete días de Pasión y la ausencia de ese
aluvión de personas una vez ha llegado el porqué de nuestra creencia, la
Resurrección. Con su recuerdo al barrio se acerca por la calle Dos de mayo la
cruz de guía de las Aguas y Manuel Barrera le dedica su saeta a sus Sagrados
Titulares, al barrio que les acoge, a su Postigo y a sus costaleros, la saeta
de Manuel es potente, con voz clara y bien modulada como él sabe hacerlo. Y sigue
nuestro pregonero con el aroma de azahar embriagando a los fieles devotos que
ya ven salir por su estrecho portalón a la Virgen de la Piedad abrazando a su Hijo
muerto y el Palio de la Virgen de la Caridad, momento en el que Rosa Vergara,
con la dulzura de su característico canto, le canta a la Virgen de la Caridad
en su transitar por su barrio del Arenal, continúa nuestro interviniente con su
peculiar recitar, interpretando el suplicio que el Hijo de Dios sufrió y el
sufrimiento de su Madre, una escena sobrecogedora del Miércoles santo. A continuación el pregonero nos lleva al Viernes santo que llega y la hermandad de la Carretería ya
se acerca con el Santísimo Cristo de la Salud y su Madre, la Virgen del Mayor en su
Soledad, personificando en su rictus la agonía por el Calvario de su Hijo. Llega el momento en el que nuestra saetera de honor, Rosa Rodríguez, le canta a
la amargura de esa Madre que está viendo morir a su Hijo. Un canto con el gusto
y la sensibilidad que normalmente le pone Rosa a su oración. Es en este
punto cuando finaliza este magnifico pregón, en el que le felicitamos
por su extraordinaria interpretación.