Ayer
jueves en el Real Círculo de Labradores, asistimos a un nuevo acto dedicado en
este caso a un pintor universal de la talla de Doménico Theotocopoulos, más
conocido como el Greco, pintor del siglo XVI y uno de los grandes del
Renacimiento, para desarrollar el tema nadie mejor que el catedrático de
Historia del Arte, Don Gerardo Pérez
Calero, el cual nos dio una auténtica lección magistral. Nuestro personaje
nace en 1541 en Creta, aunque la madurez artística le llega estando en España, su
primera etapa de formación italiana sigue la tradición artística bizantina como
pintor de iconos, su formación la realiza en Venecia, ciudad en la que se nutre
de la enseñanza y técnica de Tiziano. Fue un pintor polémico por su forma de
entender la pintura, rompiendo con lo establecido, sin embargo fue muy admirado
en el romanticismo, tanto es así que Bécquer lo califica como genio. Fue
efectivamente un genio a la hora de plasmar en un lienzo la espiritualidad y el
misticismo, de ahí pueden surgir sus formas alargadas, causa de cierta polémica
en las muchas leyendas al respecto, todas infundadas ya que estas formas no se
traducen en los retratos, era un magnífico retratista, como el caso de el
Caballero de la mano en el pecho, en los que más que al personaje pintaba su
interior, como así nos lo hizo saber nuestro interviniente, que empleando sus
dotes docentes nos hizo un magnifico recorrido por las principales obras o
aquellas que marcaron las distintas etapas de su extraordinaria trayectoria. En
sus primeras obras se ven composiciones mas abiertas y fondos arquitectónicos,
un gran número de personajes en las que incluso aparecían animales, como en la
Curación del Ciego, en la que ya se empiezan a ver figuras alargadas. A España
llega en 1577, quizás se traslada por la cantidad de grandes artistas que
convivían en la Italia del momento o aprovechando el interés de Felipe II por
artistas prestigiosos que decoraran el Monasterio de el Escorial, para el que
pintaría una obra magna, el Sueño de Felipe II, muy parecida a algunos trabajos
del Bosco, que deja ver el cambio de estilo, aunque no gustó para ser incluida
en la decoración del monasterio y es que sus grandes composiciones rompen con la
estética clásica, sus personajes aparecen en posturas forzadas llegando a ser
groseras. Su característica principal es la luz que emanan sus personajes y los
colores intensos, todo un maestro en su aplicación. Ha sido realmente una tarde
magnifica, muy formativa, en la que la documentada palabra de nuestro ponente
nos ha mostrado a un artista, ajeno a la escuela sevillana, con una gran
proyección en el mundo de la pintura. Nuestra enhorabuena por su exhaustiva
exposición con la que hemos disfrutado tantos asistentes enamorados del Arte.