Hoy nuestra
Institución Cultural le ha dado el reconocimiento debido a un sevillano ilustre
de la talla de Nicolás Monardes Alfaro, médico y biólogo del siglo XVI, y nadie
mejor para desarrollar el tema que otro científico, Don Carlos Roque
Sánchez, experimentado divulgador de los personajes dedicados a la
ciencia, su erudición en este tema le lleva a compartir con el Curso sus
conocimientos con la claridad esperada. Al inicio se hablaba del reconocimiento
que el Curso le ha dedicado al Doctor Monardes, y es que fue llamado el padre
de la farmacopea universal y al que la ciudad no reconoce con la magnitud que
se merece, como en tantos otros casos. Si nos situamos en la época, Sevilla era
la capital del Imperio en esos momentos por el tráfico portuario con el Nuevo
Mundo, con lo que el prestigio del Doctor Monardes trascendió fronteras ya que
la ciudad gozaba de una gran concentración de personajes influyentes, cómo los aristócratas,
los artistas o comerciantes importantes que negociaban con el movimiento constante
de mercancías con las Indias, a los que en algún momento prestaba sus servicios
médicos. Pero con ser un médico reconocido profesionalmente, no le aportaba económicamente
lo suficiente, por lo que creó una empresa para comerciar con las diversas
plantas existentes en aquellas tierras, pero su lado oscuro le llevó a rentabilizar
el viaje de ida con el tráfico de jóvenes africanos para servir de esclavos en
las plantaciones. A él se debe la introducción en Europa de muchos de los
productos que hoy consumimos de origen americano, como el tomate, el maíz, la
piña tropical o el tabaco. Sus estudios sobre éste último le lleva a divulgar
sus propiedades medicinales para la curación de algunas de las enfermedades del
momento. En Sevilla su huerta se situaba en los aledaños de la calle Sierpes, en
la que conservaba una buena muestra de las plantas que se traían, curiosamente
en nuestra ciudad no existe nada que recuerde este espacio, sin embargo hay una
recreación de esta huerta en Londres. Siendo ya de edad avanzada participó
activamente en la epidemia de peste que padeció Sevilla en 1580. Eso es lo realmente
curioso, como así nos lo ha desvelado nuestro interviniente, su edad, si se
supone que nació entre 1493 y 1508 y murió el 10 de octubre de 1588, cuando
atendió a los infestados en esa epidemia, era ya de edad avanzada. Se encuentra enterrado junto a su familia en el convento de San Leandro. Como escritor
fue un autor prolífico, llegó a publicar numerosos libros, tratados y
artículos, todos ellos relacionados con las plantas medicinales y sus
propiedades curativas. Ha sido un placer volver a compartir con nuestro
interviniente estos minutos que tanto nos ha aportado. Nuestra sincera
enhorabuena.